Hay espacios mágicos y sagrados donde las mujeres comparten más allá de cualquier superficialidad. Donde se nutren unas a las otras, se contienen y se apoyan. Es desde este lugar donde aprendemos a soltar, a confiar, a ser libres y a crear magia. No me refiero a la fantasía de los cuentos de hadas, hablo de algo real y tangible, porque qué otra cosa puede ser el poder de transformarte a ti misma, tu entorno y tus posibilidades, sino magia.
Los círculos de mujeres nos permiten reconectarnos con nosotras mismas y con una existencia superior a la nuestra, que camina a nuestro lado desde tiempos ancestrales y desde el origen mismo. Y es, desde este lugar tan especial, desde donde comienza esa revolución pacífica hacia un despertar que transformará al mundo.
