Mes: diciembre 2018
«Hemos olvidado cantar por gusto»
Estoy de buen humor y es un buen día
«Escucho historias de amor… gratis»
Me topé con una foto en el muro de Ana Romero, quien a su vez la compartió de alguien más. La foto mostraba a un joven hablándole a un señor mayor en la calle. El señor tenía un letrero donde se leía:
Escucho historias de amor… gratis
Me pareció sumamente conmovedora: él, prestando su tiempo y atención para escuchar a alguien más narrarle su historia de amor.
Me pongo a pensar ¿qué tanto hemos perdido esta capacidad de escucha y atención? ¿Qué tanto hemos perdido el gozo de estar para alguien más?
Hace poco platicaba con una amiga de cómo, cuando era más joven, mucha gente solía acercarse o sentarse a mi lado para contarme su historia. Me pasaba sobre todo en el camión y en el avión. Me pasaba aunque era una adolescente y la gente me abría su corazón sin conocerme. Luego llegaron los «reproductores musicales portátiles» (esos que ya ni existen porque fueron reemplazados por el celular), y entonces comencé a cubrir las orejas (y la mente/corazón) con música, para poder tener «un momento para mí».
Reconozco que de pronto era cansado, escuchar todas esas historias, sobre todo porque pienso que soy de esas personas empáticas y sensibles… pero era un intercambio de experiencias.
Esa imagen no debería de sorprenderme, pero lo hace, porque en el fondo reconozco que, al menos yo, he perdido un poco esa capacidad de estar presente. La he perdido porque es muy fácil que la mente se ponga a danzar en miles de pensamientos en lugar de escuchar. Ahora me tengo que «concentrar». Y lo noto cuando:
- «Hablo» con alguien por teléfono mientras sigo trabajando en la computadora.
- «Escucho» a la persona a mi lado mientras mando un mensaje por el celular.
- Olvido al poco tiempo lo que alguien más me compartió.
- Tengo la mirada perdida mientras alguien me expone su corazón.
¡Y así muchos otros ejemplos! No sucede siempre, pero definitivamente sucede.
Así que quizá sea tiempo de volver a estar más para los demás, pues en realidad no hay nada tan íntimo como compartir tu tiempo y presencia. Es tiempo de quitarme los audífonos para «realmente estar y escuchar».