Danzar con los dioses en la oscuridad

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Arriba, abajo, pasado, futuro, vida, muerte,
masculino, femenino, orden, caos, luz, sombra.
Todo en este universo exterior e interior
está formado por dualidades.
 
Trabajar meramente con la luz
es apenas rozar la superficie,
es acaso beber una simple gota del vasto océano.
 
Sumergerte en la oscuridad,
rascarle a la sombra de nuestra polaridad,
ahí donde se gesta la vida,
ahí donde el ego y el alma
tiran los dados en un juego que no es al azar.
 
Ahí donde bailamos con los dioses
encontramos la espiritualidad en el día a día.
 
Adentro, muy adentro,
con o sin miedo,
sin pudor, sin censura.
 
Mónica Elena Cárdenas Mejía – La Moccata

Ejercicio 7: «La casa que habita en el interior del bosque»

Ejercicio7

Recientemente tuve una plática muy interesante con una amiga sobre la maternidad y lo que ésta puede significar para distintas mujeres. Ella comentaba que el legado más importante que puede dejar el ser humano para el mundo son los hijos… Al escuchar este argumento no pude más que hacer una mueca con los labios, respirar profundamente y diferir con respeto. Opiné que, para mí, el legado más importante es el impacto que generas en los demás a lo largo de tu vida, ya sea a través de tu trabajo, tu personalidad o tus relaciones. En caso de tener hijos, por supuesto que el legado más importante es el impacto que dejas en ellos, pues tu influencia tiene que ser la más significativa en sus vidas; pero si no tienes descendencia, ese impacto se transfiere a las demás relaciones y conexiones con las que vas generando sinergia en tu andar.

Hace poco más de una década descubrí que había estado recorriendo un camino hacia un objetivo en particular, y cuando llegó el momento de tomar una acción definitiva hacia esa meta entendí que se trataba de un sueño que ya no deseaba cumplir. Me sentí muy perdida. Me dio la impresión de haber estado caminando en círculos en un rincón del bosque de mi mente para darme cuenta de pronto de que esa zona ya no me pertenecía, era apenas una vieja extensión de mí que tenía que desprenderse para que yo cambiara de rumbo… y como cuando se pierde una brújula, no tenía idea de hacia dónde debía dar mi próximo paso. Me mantuve a la deriva por un par de años, cumpliendo mis obligaciones día tras día hasta que la vida me llevó a empezar de cero, una vez más, en una ciudad distinta y de la mano de mi pareja. Me tocaba escudriñar en el bosque de mi interior para emprender el camino de regreso a casa, a mí misma.

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«CAOS VS CALMA»

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Arte de Elesq

 

Dos polos opuestos, dos complementos, la luz y la sombra. Ambas necesarias, ambas esenciales y características de la naturaleza humana.

¿Por qué tendemos tanto a ensalzar una y renegar de la otra? Todo en el universo se mueve, todo dentro de nosotros se mueve. Es normal, por tanto, que experimentemos ambos estados, en un ir y venir de la mente, el alma y el cuerpo.

Si escuchas la palabra “calma” ¿en qué piensas? ¿El mar? El mar también puede agitarse. ¿Una melodía? Muchas canciones nos sacuden bruscamente. ¿La mente concentrada en tu respiración? Incluso mientras meditamos hay momentos en que al ego le gusta hacerse el simpático, y nos llena de pensamientos y distracciones. Entonces,

¿qué es la calma, qué es el caos?

Finalmente, en ambas instancias somos capaces de vernos a nosotros mismos, de confrontarnos, de maravillarnos, de gozar y extasiarnos, ¡de experimentar la vida!

¿No percibes acaso la marea brusca de tu interior cuando sientes excitación?  Cuando te llega ese instante de inspiración o esa idea que te obliga a crear; cuando bailas desenfrenadamente en una fiesta; cuando nadas a contra corriente; cuando haces ejercicio; cuando ríes a carcajadas, o lloras desconsoladamente; cuando te tomas unos tragos; cuando corres detrás de los niños…

Ningún mar en calma hizo experto a un marinero

Desconozco la autoría de esta frase, pero cada que la escucho me conecto con esa tormenta en mi interior, esa a la que de pronto me da por rechazar, porque claro, ¡la calma también puede ser tan rica!

Creo que más que más que perseguir incansablemente un estado o el otro, el reto está en experimentar ambos en equilibrio, en no abusar de ninguno. Después de todo, quedarnos demasiado quietos, por demasiado tiempo, podría equivaler a morir.

Caos vs calma… dos polos opuestos, dos complementos, la luz y la sombra.

#LaMoccata

 

«VASALISA, LA SABIA»: Notas del libro “Mujeres que corren con los lobos” – CPE

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Vasalisa ha aprendido bien la lección… lo que tiene que morir muere… Podríamos tratar de engañarnos por distintas razones, pero lo sabemos. A la luz de la ardiente calavera, lo sabemos.

¿Cómo empezar por compartir sobre este capítulo? Si se trata de uno de mis favoritos, y quizá esa predilección se deba a que me siento profundamente identificada con él. Yo también fui educada para ser una niña buena, correcta, amable, así que durante muchos años me acompañó (en lo profundo de mi psique aún lo hace) el arquetipo de la madre demasiado buena. Sin embargo, también fui educada para ser ‘una  mujer fuerte, decidida y capaz’, así que ambos arquetipos parecieran de pronto danzar un jarabe tapatío en mi cabeza, tropezando el uno con el otro mientras tratan de liderar.

Como sucede en el cuento, ¿hacia dónde ir cuando el fuego se ha apagado? ¿Y qué implica que el fuego de nuestro interior se apague? ¿Qué implica permitir ser utilizada por la ‘familia putativa’?

En más de una ocasión me ha pasado… ‘piensa lo que vas a decir’, ‘no hieras con tus palabras’, ‘sé diplomática’, ‘sé amable’, ‘sé solidaria’… y supongo que entre tantas reglas y pautas se me olvida de pronto cómo ser simplemente yo, cada una de las que soy yo: la buena y la no tan buena, la cálida y la fría, la alegre y la reservada, la que le da por cuidar y proteger, y también la que le da por cortar cabezas como la reina de corazones de Alicia…

Creo que en eso radica parte de la historia de Vasalisa, no es sólo tener el valor de adentrarnos al bosque de nuestra psique y enfrentarnos a la Baba Yagá, sino también enfrentarnos a nosotras mismas para reconocernos y, como ocurre durante la separación del maíz y de las semillas (la sexta tarea de Vasalisa), aprender a separar y dejar morir aquello que ya no necesitamos, que ya no nos es útil, que no permite que avancemos o experimentemos la plenitud.

Y una vez que hemos cumplido con ‘las tareas de la iniciación’, una vez que hemos ‘recuperado el fuego’ y lo llevamos como antorcha y como guía para iluminar nuestro camino por el bosque, ser capaces de mantenerlo alzado, sin importar lo temible que este nos pueda resultar. Ser capaces de ver lo que tengamos que ver y sobrevivir a ello.

¿Y cómo le hacemos entonces? ¿Cómo aprendemos a distinguir entre la voz de nuestra intuición y la voz del miedo?

Por aquí sí… por aquí no.

Supongo que ese es el trabajo de toda una vida.

A la muñeca (la intuición) se le da de comer vida, escuchándola.

Entonces, me toca aprender a guardar silencio, a dejarme sentir y también a tocar con mi propia Bruja Salvaje.

Para mí la vieja Yagá es el arquetipo de la mujer sabia y salvaje, es la anciana, el invierno, la luna nueva, la fase menstrual, mi princesa Mononoke que vive en el bosque rodeada de lobos, la Khali, la Medusa, las brujas de Miyazaki. Es la parte que no resulta tan dulce o tan noble, cubierta de verrugas y terrorífica que, sin embargo, rescata de sus entrañas sabiduría y enseñanza.

Como siempre me pasa cuando leo este libro, tengo sueños muy significativos y en esta ocasión la Baba Yagá se me apareció en la forma de un enorme monstruo de lodo que me perseguía por un edificio mientras yo iba escapando, abriendo puerta tras puerta, hasta que todo culminaba en un enfrentamiento final. La Baba Yagá no me hacía daño, pero sí me retaba… ‘Ah’, pensé, ‘vienes a sacudirme de nuevo, a darme el susto de muerte para conectarme con lo que realmente importa, a obligarme a regañadientes a abrir la puerta que tengo que abrir, ya me lo habías dicho antes e hice caso omiso, es tiempo de tocar con mi mujer salvaje, con y sin miedo’.

No es necesario andar de puntitas, ni tampoco mirar desde arriba, simplemente pisar con confianza, que allá donde yo vaya me acompañará la muñeca de la intuición.

No me arrojes lejos de ti. Consérvame a tu lado y ya verás…

Y así, finalizo con uno de lo fragmentos que más llegó, y vaya que me resulta difícil seleccionar sólo uno, así que lo dejaré medio al azar, medio seleccionado, entre las tantas líneas que subrayé:

Con el tiempo aprendió a resistir y a no apartarse de lo que tanto miedo le daba al principio, es decir, de su propia naturaleza salvaje… el Yo de la Yagá, el enigmático y profundo poder de la Madre de la Vida/Muerte/Vida…

Ser fuerte significa afrontar la propia numinosidad sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje cada una a su manera. Significa poder aprender, poder resistir lo que sabemos. Significa resistir y vivir.

Con amor,

La Moccata

Refl. “Cada quien interpreta según su propia historia”

¿Cuántas veces al día emites un juicio no constructivo? Es decir, una crítica que no aporta nada beneficioso, ni para ti, ni para los demás. Una crítica que aparentemente te hace sentir bien porque…  es tan fácil juzgar.

Resulta fácil catalogar algo como ‘bueno’, ‘malo’, ‘correcto’, ‘indecente’. Resulta fácil ignorar el hecho de que desconocemos desde dónde se comunica ‘el otro’, desde qué lugar de su luz, su sombra, sus emociones y experiencias vividas se comparte.

Se nos olvida que cada uno interpretamos el mundo de acuerdo a nuestra propia historia de vida. Que lo que quizá ‘es’ o ‘debe de ser’ según mi historia, podría ‘no ser’ de acuerdo a la historia de alguien más. Que cada uno vive sus propias circunstancias, tiene su propia experiencia y sabiduría, libra sus propias batallas, tiene sus propios méritos.

Se nos olvida que tal vez, cuando juzgamos con tan poca empatía, lo hacemos desde un miedo o un deseo muy profundo y arraigado en nuestro interior, y es posible que no tenga ninguna relación con ‘el otro’. Que al final del día cada uno trata de ser su mejor versión y hacer lo mejor que puede, desde el nivel de consciencia propio de cada uno. Que todos formamos parte de un enorme ‘cuarto de espejos’.

Es tan fácil juzgar…

La Moccata

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